Soy profesor universitario desde hace siete años. Esta experiencia me ha permitido ser un constante aprendiz; además de conocer cosas nuevas en mi área de conocimiento, aprendo cómo colaborar mejor con estudiantes y otras personas que quieren desarrollar su conocimiento. Esto se ha vuelto de particular interés para mí, porque una de mis responsabilidades es evaluar el aprendizaje, lo cual, tras cientos de estudiantes con los que he compartido el aula, tiene un entendimiento diferente para varios.
A mí como profesor me interesa que aprendan, así que vamos a ver cómo he visto que se entiende el aprendizaje, principalmente el demostrarlo.
Las instituciones en las que trabajé utilizan un sistema de evaluación basado en números: las calificaciones. Desde hace unos cuatro años, con un grupo de colegas, soy adverso al sistema de calificaciones numérico, pues ha logrado convertirse en un fin que distrae a muchos estudiantes. Sin embargo, no lo puedo suprimir y lo uso: algunas de mis evaluaciones (no todas) producen un número, lo cual es necesario en los períodos parciales.
Es aquí donde me encuentro con dos grupos de percepciones de aprendizaje, que ahora te describo.
“Yo cumplí, por lo tanto aprendí”
El sistema de calificaciones ha sido perjudicial en algunas regiones y sistemas. La calificación, que nació como un simple comparativo de tu destreza contra un estándar, se volvió un instrumento: un motivador, un aliciente, un castigo y hasta un medio de chantaje. Se convirtió en un fin, y muchos estudiantes solo persiguen este fin.
El sistema, en muchos casos, los condujo a eso: ¿quieres una buena calificación? Entonces, cumple:
- Cumple en entregar tareas
- Cumple en asistir a las sesiones de clase
- Cumple en resonper el examen
- Cumple en entregar el proyecto
- Cumple en reunirse con el equipo
Varios estudiantes, que siguen este librito por temor o por quién sabe la razón, se limitan a seguir los puntos que dicen las instrucciones, a producir cosas que satisfacen cada bullet point. Incluso, algunos aprovechan el sistema para obtener la máxima calificación con el mínimo esfuerzo o a través del plagio.
Algunos de los que están en este grupo suelen reclamar fuertemente cuando no se les otorga la calificación más alta. En su percepción de aprendizaje, ellos cumplieron al entregar, y no se les debe exigir otra cosa.
A este grupo de estudiantes, muchas veces se les observa el temor por crear productos propios o atreverse a hacer su propia forma de mostrar el aprendizaje. Cuando no existe la rúbrica, la especificación, las instrucciones y la fecha límite, simplemente no saben qué hacer o buscan las instrucciones precisas, que les digan con qué deben cumplir, con qué “obtienen el diez”.
Como podrás observar, esto es un indicador de la desventaja en la que se encontrarán: no están aprendiendo; no están desarrollando las habilidades necesarias para demostrar capacidad de razonar cuando los problemas vienen sin instrucciones.
Aprender es un proceso que no acaba
El aprendizaje es un proceso de experimentación en el que muchas veces se falla. También, que en este proceso se cuestiona mucho: a los otros compañeros, a los materiales y al profesor; a veces, se discute intensamente con el maestro (¡lo cual es genial!)
A mí, como maestro, me interesa que se trabaje en el proceso de aprendizaje y se abandone el de “cumplir con entregar o acudir”. Sí, tener fechas y entregables te ayuda a la disciplina personal, pero no es el fin.
Hace tiempo que eliminé las tareas y los exámenes. Aún trabajo con proyectos, pero solo doy indicaciones de qué es lo que se debe explorar y dejo abierto cómo presentar o demostrar el resultado. Algunos estudiantes se sienten cómodos con eso, pero muchos no.
Pero esa es mi intención, que les incomode y que comiencen a pensar. Que den ese siguiente paso: preguntarse “qué es lo siguiente que puedo intentar”. Hablarles del resultado, no del entregable. Dejarlos que hagan y fallen, darles mucha retroalimentación. Darles muchas oportunidades. Dejarles ver que el aprendizaje no se detiene, que las evaluaciones son solo momentos para demostrar lo aprendido y hacer ajustes. Es agotador, pero muy gratificante cuando se logra. No todos lo consiguen y se aferran al esquema previo.
Mi consejo
Esta es mi invitación: aprende a aprender. Experimenta y ve el resultado. Consulta diferentes fuentes (libros, videos, artículos, expertos) y cuestiona. Siéntete incómodo con los problemas e incomoda a otros (¡a tus instructores y profesores les encanta esta incomodidad!). Sigue instrucciones cuando sea necesario, pero cuestiona su idoneidad. Discute, discute y discute. Y una vez que llegas al resultado, pregúntate si eso es todo y vuelve a empezar.
Entender esto me costó mucho trabajo, fallas, situaciones indeseables y crecimiento como profesional de la educación. Ha valido la pena, mucho.
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